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Admiro a las mujeres que no son celosas, y lo digo con toda la sinceridad del caso, ya que vivir con intranquilidad es como ir matando de a pocos cualquier intento que se haga para sobrevivir.
Sin embargo, creo que lo más sano es reconocer que de una u otra forma, en menor o mayor grado, todas somos celosas, o al menos en su gran mayoría.
¿Qué sentido tiene negarlo? ¿Para qué? ¿Por qué?
Si lo negamos para vernos más cool antes los hombres, quiero decirles que siempre la realidad sale a luz, pero si por lo contrario lo hacemos para convencernos que somos tranquilas, peor aún, pues no hay mentira que duela más como la que nos decimos a nosotros mismos constantemente.
Todo exceso es malo, no hay palabras más ciertas que esas, por ende, los celos locos son fastidiosos y acaban con cualquier relación, pero es innegable que ocasionalmente las escenas de protección del territorio alimentan esa chispa que no debemos dejar apagar.
Hay mujeres celosas por naturaleza, aquellas que con solo una mirada su pareja sabe que se avecina una pelea de tamañas proporciones, en cambio, hay otras que guardan silencio y prefieren emprender la retirada cuando ven avecinar una situación de esta característica.
Entre tanto, hay otras que aunque intenten callarse, no pueden quedarse con nada adentro y aunque no terminen en una pelea, para ellas siempre será necesario que su pareja sepa lo que están sintiendo.
Entre esas precisamente me encuentro yo, jamás puedo quedarme callada ante una situación que me genera desconfianza, parece que mi cabeza y corazón tuvieran un radar para saber cuáles son las mujeres que están buscando algo más allá de una amistad con las personas que están conmigo.
Eso sin mencionar que cuando empiezo con mis "vídeos" de preguntarme por qué y para qué x o y persona está hablándole con tanta insistencia a mi pareja, SIEMPRE, leáse bien SIEMPRE he tenido la razón, pero por supuesto, en su momento he quedado como la desconfiada, la loca, la videosa o incluso la mujer con mente de Steven Spielber, pero sorpresivamente con el paso del tiempo todo sale a flote, porque como dice mi madre: "No hay nada oculto entre cielo y tierra".
Y aunque el dolor de descubrir una infidelidad es lo más parecido a un millar de cuchillos atravesando la espalda, el único consuelo que queda es saber que al menos no he perdido mi radar para detectar situaciones de este estilo.
Pasé muchos años de mi vida culpándome por sentir celos, por no ser la mujer 'cool' que seguramente los hombres buscan, por desconfiar por naturaleza, hasta que empecé a aceptarme y a reconocer un patrón de mis relaciones: La infidelidad por parte de mis parejas.
Así que hoy en día, lo reconozco desde las primeras salidas: Soy celosa, no me gustan las aguas tibias y la persona que quiera salir conmigo debe sentirse orgulloso de estar con una mujer que no está hecha para jugar y que marca su territorio, de lo contrario, mi frase de cabecera es: "Buen viento y buena mar".
Supongo que hay mujeres mucho más cool que yo, pero así vivo, estas son mis reglas.
Gracias Natalia, me alegra mucho leer esto y saber que no soy la única celosa!
ResponderEliminarCreo que la mejor opción de todas si es dejar las cosas claras desde un principio: Cuando estoy conociendo a alguien y me preguntan mis defectos digo de una ¡soy celosa! Claro tambien me han dicho: Uyy celosa, a metros!
Pero bueno es mejor las cuentas claras!
Me gusto mucho tu entrada, gracias por compartirla.