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Por instinto, el ser humano busca protegerse de todas las situaciones que sabe le van a lastimar, la mente sabe cómo debe funcionar y en muchas oportunidades bloquea lo que le genera dolor, evita las conversaciones que lo lleven de nuevo a esos instantes y decide cuáles son los momentos idóneos para "pensar" en ciertas vivencias.
Cuando se llega a este punto, generalmente se ha pasado por grandes experiencias de dolor y SIEMPRE el ser humano sabe hasta dónde es capaz de soportar, bien dicen por ahí, que la vida da exclusivamente lo que cada uno puede tolerar.
Sin embargo, llega un momento en el que debemos enfrentar, expulsar y hacer catarsis, en este proceso se debe tener en cuenta que puede ser lo suficientemente dramático de acuerdo al tiempo que llevamos negando lo que hay adentro. TODOS, absolutamente TODOS tenemos demonios que se camuflan, particularmente no creo que algún ser humano sea absolutamente blanco, somos SERES HUMANOS, por ende, no podemos olvidar que somos la raza más imperfecta del universo, eso hace que nuestros matices sean lo suficientemente versátiles, más de lo que quizás podamos soportar.
Pueden pasar años haciendo catarsis, expulsando todo, pero de pronto como todo en la vida, llega un momento donde la barrera se desvanece, donde el muro empieza a romperse y lo más sano, a mi parecer, es que se derribe por uno mismo y no por alguien más, a la final por más amor y entrega que pueda existir, el amor propio debería estar por encima de cualquier sentimiento y relación.
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Cuando este momento llega, cuando queremos volver a sentir, cuando deseamos volver a amar, cuando abrimos la puerta de nuevo, nos liberamos, entendemos que estamos expuestos de nuevo pero con un punto a nuestro favor, somos más fuertes, hemos aprendido a diferenciar lo sano de lo que no lo es, hemos entendido que si nos volvemos a equivocar no es el fin del mundo, de hecho, nunca lo es.
¿Cuándo estamos listos para abrir de nuevo el corazón? La respuesta es simple, eso se siente, otra vez reímos sin esfuerzo alguno, no existen silencios incómodos, somos nosotros mismos sin miedo al que dirán, pero lo más importante otra vez los ojos vuelven a brillar.
Para llegar a este punto se debe pasar por rabia, odio, llanto y todas las emociones más bajas que ustedes puedan imaginar, pero por sobre todas las cosas se debe asimilar que la soledad no es negativa, porque si usted está esperando que alguien le valide su existencia, debe iniciar ya mismo un trabajo con USTED MISMO y créame ese duele más que cualquier fase de perdón con alguien más. Sé porque se lo digo.
Y como siempre me gusta hablar en primera persona en mis blogs porque siento que así me puedo comunicar mejor con todos los que me leen, quiero decirles que después de cuatro años estoy volviendo a sonreír y a amar cada cosa que soy.
Espero estas palabras le sirvan para cualquier proceso en el que se encuentre y siempre recuerde que el dolor es inevitable pero sufrir es opcional.
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