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Las mujeres somos unos seres bastantes particulares, eso lo sabemos todos, sin embargo, hasta yo misma me he llegado asombrar de los alcances de mi propio género.
Cuando alguien nos encanta en todos los sentidos, parece que una sola llamada, interacción en redes (Like, DM, Inbox o Pokes) son como el mejor de los regalos, sin embargo, a veces se nos olvida que el contacto físico real es el que cuenta y muchas veces nos matamos la cabeza tanto con el personaje que en un abrir y cerrar de ojos todo pierde su encanto.
Somos expertas en sentir la química, en imaginar una buena cita, en pensar lo qué haremos, diremos, etcétera, pero en algunas ocasiones la realidad estrella con esos deseos; y es que a veces se nos olvida que las relaciones son de dos y de a tres en ciertas circunstancias.
Por ejemplo, conocemos a un tipo y éste nos encanta hasta llegar a imaginamos desde un cine hasta el sexo más sucio posible, empezamos a buscar todas las formas para verlo, hablarle, buscar que él también desee lo mismo y de pronto lo logramos, entonces todo empieza a marchar viento en popa, hasta que un día el personaje cambia, se pierde, pero luego vuelve y aparece como el mejor de los toreros: por temporadas.
Hay dos opciones en este caso, seguimos intentando, perdemos un poco esa magia de la naturalidad o damos media vuelta y continuamos otro camino. No nos engañemos muchas seguimos intentando hasta que se nos agoten todos los recursos porque el encanto a veces se confunde con la realidad, se nos olvida algo que alguna vez dicen los papás de uno: "Hágase desear".
No se trata de tocar extremos, uno da en la medida que recibe, varias veces lo he repetido en este Blog, reconocer que alguien nos gusta no es pecado, más bien es acertado, admitir qué tipo de relación queremos con el susodicho es sensatez y no un acto vagabundo; pero si esa persona no demuestra querer verse con uno en una mínima cita ¿saben qué se puede hacer? NADA, buen viento y buena mar.
Recordemos que incluso para tirar, hacer el amor, tener sexo, llámelo como quiera, se necesitan dos y requiere de toda la disposición posible, todo es un asunto de reciprocidad, de querer, no estamos hablando de orgullos ridículos, sino de saber qué tanto queramos que hagan por nosotras y de cuánto estamos motivando para que así sea.
Y como yo prefiero ser una vagabunda con reino y no una dama sin cama, pues un tipo me puede encantar hasta estremecerme la piel pero no le hago lobby a nadie, entiendo los tiempos pero el que no quiere, no quiere.
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