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También nos dan ganas ¿Y qué?

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Siempre he escuchado a mis amigos hombres, reconocer sin ningún tipo de inconveniente que han tenido sueños mojados, que ven porno, que se masturban, que tienen fantasías sexuales, desde la más inocente hasta la más aberrante,  y ni hablar de cuántas veces al día mencionan que tienen ganas, que están 'arrechos' o que simplemente quieren tener sexo.

Y escuchar al público masculino decir este tipo de cosas es normal, el mundo sigue girando igual, a la final lo raro sería que no hablaran de esto, pero qué pasa cuándo es una mujer la que reconoce que tiene ganas de irse a la cama con alguien, que acepta que se masturba, que usa juguetes sexuales y si admite que quiere lanzársele al hombre que le gusta, ahí si la cosa se pone peor, pues se convierte en la puta, ganosa y demás.

Por supuesto, todo tiene su límite, no se va poner uno a hacerle a todo, al primero que se le aparezca y no va a estar siendo uno la moza. Pero cuál es el problema de decirle al tipo que a uno le mueve el piso que SI quiere acostarse con él, que quiere sentirlo, en toda la extensión de la palabra, o por qué tanto dilema cuando se trata de aceptar que al igual que los hombres nos levantamos con muchas ganas de que nos toquen, y reconozcamos que en algunas circunstancias queremos que nos hagan sentir más que puro amor.

No le veo el problema a admitir que tenemos necesidades que deben ser cumplidas,  ¿si lo aceptamos perdemos nuestra condición de mujeres abnegadas? o ¿eso nos hace poco merecedoras de un hogar feliz?, pues por mi parte considero que he aplicado a la perfección la frase que mi madre me enseñó desde mi adolescencia: "Una dama en la calle, una puta en la cama", y así he vivido mejor.

Cuál es el dilema de ir a un Sex Shop, buscar un disfraz erótico y premiar a su pareja con ese atuendo que él tanto quisiera ver y experimentar, complázcalo y por supuesto goce también Ud. 

A la final, puede que ellos supuestamente lideren el acto sexual, pero somos nosotras quienes llegamos a esferas de placer inimaginables y un solo gemido, movimiento o grito los puede llevar al éxtasis total.

De paso hagámosle un favor al mundo y eliminemos la morronguería del planeta tierra, porque a veces no pensamos en otra cosa que no sea sexo, pero cuando hablamos del tema o no lo pregunta nuestra pareja, afirmamos con vehemencia que podemos vivir en una relación sin sexo, una gran mentira o pajazo mental que nos echamos constantemente, dizque para ser "buenas mujeres".

Nos gusta el sexo, tanto o más que al género masculino, nos encanta gemir, disfrutar, sentir como se nos retuerce el cuerpo si nos tocan, y vibramos si ese personaje que nos excita se acerca a nosotros así sea para darnos un abrazo, la única diferencia entre hombres y mujeres es que a ellos se les para y a nosotras no.

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